martes, 21 de julio de 2015

TRANSFORMACION ESPIRITUAL

Cada transformación espiritual de la personalidad humana acompaña a menudo a nuevas formas de experiencias amorosas y relaciones sexuales”. 
Ella: Me entristece que únicamente durante el coito, él me hable con palabras amorosas, mientras que durante el resto del día se muestre seco y casi indiferente para demostrarme su amor con esas palabras que embellecen mi alma. .
La esposa, al igual que el marido, pueden ceder a las seducciones; ella es capaz de engañar al hombre aun amándolo, su tendencia es traicionarlo por su espíritu de venganza tras haber sufrido un desengaño o decepción; y, aun cuando no lo engañe físicamente, lo traiciona a menudo con fantasías e ilusiones que lleva presente en su vida cotidiana. No bien se haya librado de sus pudores y de las inhibiciones tradicionales, halla, empero, inmediatamente muy fácil entregarse físicamente a otro hombre, en tanto reserva conceder mucho más difícilmente su alma, que conserva siempre pliegues misteriosos y secretos.
Los motivos de la infidelidad femenina pueden ser varios, como el ardor de una fantasía sensual y extremadamente erótica, la esperanza de un provecho material, el deseo ferviente al riesgo y a la aventura, el temperamento insensible que no sabe decir “no”, el rencor por una traición del marido explotado hábilmente por las artes de algún seductor, el aburrimiento de un matrimonio mal avenido, el instinto de seducción, la esperanza de hallar en el amante lo le hace falta al marido, etcétera.
“En el fondo, toda infidelidad conyugal es un acto de venganza consciente o inconsciente hacia el consorte”.
El esposo se le traiciona empero también con amores platónicos, con flirt y amistades amorosas, o aun con aventuras pasionales o pretensiones irresistibles, que pueden cambiar la existencia de la mujer, arrancándola de la pasividad del marido y de su hogar.
Las eventuales inclinaciones por el arte hacen sentir a menudo atracción por el artista mismo, las aspiraciones espirituales, crean un fuerte entusiasmo por el hombre productivo en el terreno psíquico, y así en otros ordenes también.
Los amigos, los amantes, los cortejantes de una mujer atrayente representan siempre en algún modo los elementos de su personalidad consciente e inconsciente.
Analizando la infidelidad femenina, se afirma que la mujer infiel trata de romper la monotonía de la vida conyugal para sacudir la indolencia y la indiferencia masculina, para hacerle sentir al cónyuge que la ésta perdiendo en el aspecto amoroso y sensual, aunque hayan compartido mucho tiempo juntos y vivencias en común; así ella traiciona al consorte con el deseo inconsciente de volver a conquistarlo nuevamente y atarlo profundamente a su vida una vez más para la eternidad. La situación de culpabilidad y de conflicto después de la infidelidad, en el mejor de los casos, viéndolo desde un punto de vista positivo y con la madurez necesaria, puede crear las premisas indispensables para el reacercamiento y el mejor entendimiento entre dos cónyuges recíprocamente extrañados y distanciados.
La infidelidad de la mujer es originada en el fondo por su naturaleza de “Eva” que la arrastra hacia el
misterio, hacia lo prohibido y desconocido, hacia el doble juego. Se siente atraída por las situaciones riesgosas, las aventuras clandestinas y los amores contrastados, a través de los cuales puede hacer valer nuevamente sus encantos y su poder de mujer, olvidados tiempo atrás en su matrimonio, y con esto reafirmar una vez más, que ella es la maestra en el arte de engañar al marido y borrar hábilmente toda sospecha.
La traición en sus varias formas, ya sean relaciones físicas o espirituales con otro hombre alteran siempre la unidad de los cónyuges, sea o no descubierto el adulterio por el marido. Muy a menudo la intolerancia y la irritabilidad son una protesta consciente por la falta y menoscabo de amor por parte de la mujer, ya que los sentimientos del esposo están apagados o en su caso empeñado con otra mujer.
La sensación de adulterio siempre acrecienta el sentimiento de impotencia e inferioridad en el hombre, quien pierde con el afecto de la consorte también sus fuentes de seguridad y fuerza interior, basado en el amor de la esposa, en la integridad de su matrimonio y la tranquilidad del hogar. Muchos hombres traicionados manifiestan inclinaciones a las aventuras amorosas, a los negocios arriesgados, a la vida superficial, viciosa e incluso deshonesta. 


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