Hoy en día estamos insertos en una sociedad donde lo más el
desarrollo de las sociedades se produce a través de los intercambios de
información, vivimos la era de las comunicaciones. Desde sus comienzos, donde
su función era netamente informar y comunicar, los medios de comunicación han
cambiado mucho llegando en muchos casos a desvirtuarse sus objetivos y
convertirse en elementos manipuladores de la sociedad. Los medios de
comunicación juegan un papel importante en el enriquecimiento social y estamos
totalmente ligados a ellos, desde escuchar las noticias por la radio, hasta
realizar compras vía Internet. , tanto es así que estamos en un punto donde
estas nos dominan; guían el curso de nuestras vidas y dictan nuestras formas de
conducta. Es en ese punto donde los seres humanos deberíamos dibujar la raya y
establecer un límite, pero nuestros ojos se enceguecen y nos dejamos llevar
adoptando lo que los medios nos dictan..... es aquí donde se forman los
estereotipos, modelos de conducta que se convierten en esquemas profundamente
arraigados en nuestras mentalidades al punto que los adoptamos como parte de la
“naturalidad” humana.
¿Qué son los estereotipos?
Aunque los estereotipos nos parezcan algo grande, algo en lo
que los medios de comunicación tienen un alto grado de responsabilidad, en
realidad no es tan así ya que un estereotipo puede ser una idea colectiva que
se tenga respecto de cualquier cosa, como podría ser una característica,
entonces, por ejemplo, si un grupo de 10 o incluso menos personas que piensen
de la misma forma acerca de cómo se debe combinar los colores para vestirse,
han creado un estereotipo, pero específico de ese grupo de personas; entonces
un estereotipo, en rigor, no siempre es algo masivo, pero son los otros, los
que sí tienen que ver con los medios de comunicación, los que afectan la
psiquis de las personas y que pueden alterar, como consecuencia, el curso de la
sociedad.
Si tratamos de definir la palabra “estereotipo” como lo
haría un diccionario obtendríamos una definición más o menos así: “Conjunto de
ideas que un grupo o una sociedad obtiene a partir de las normas o patrones culturales
previamente establecidos”. Esto demuestra que en el fondo los estereotipos son
el producto de la atribución de una determinada característica a objetos (o
grupos de personas), que tiene su origen en una generalización indebida o
demasiado aproximativa y arbitraria de la realidad, y que, por lo tanto, tiende
a prescindir de cualquier conclusión lógica o de una comprobación experimental.
Aunque se reconozca a los estereotipos una cierta utilidad
en la comunicación humana es evidente que tienden a transformar datos
imprecisos en descripciones rígidas, las que se adoptan como parte de lo
típico. Los estereotipos también tienden a identificarse con los prejuicios
sociales que nacen de una falsa generalización de algún hecho en particular, y
que derivan, más que de una conclusión intelectual, de una profunda
participación afectiva que rechaza las indicaciones que señala la experiencia
(prejuicios).
En la actualidad existen muchos estereotipos que pueden
deberse a diferentes características como clase social, edad, religión, etnia,
sexo, y la lista podría llenar esta página y los medios de comunicación son uno
de los principales culpables ya que a través de muchas estrategias comerciales
logran establecer modelos de conducta o apariencia que la mayoría de las
personas tratará de adquirir. La comunicación presenta estereotipos de casi
todos los “tipos” de persona (hombre, mujer, niño, anciano, político, dueña de
casa, homosexual y un largo etcétera).
Estereotipos sociales
La comunicación y los estereotipos
Los estereotipos se transmiten y promueven por diversas
vías, tales como la educación formal y la educación informal, principalmente en
el núcleo familiar y a través de los medios masivos de comunicación. Cuando
prendemos la televisión, la radio o abrimos una revista, le estamos abriendo la
puerta de nuestro hogar y de nuestra mente a una serie de ideas y de imágenes
que, si bien, por un lado, reflejan la realidad, nos informan y nos
entretienen, por otro lado presentan una visión reducida y tendenciosa de cómo
vivir, como pensar, como vestir, como SER.
Todas las personas, casi por instinto, trataremos en algún
momento de nuestras vidas de encajar en alguna clase social o grupo y para ello
se hace necesario cumplir con los requisitos necesarios para llegar a
establecerse en uno. La comunicación es el medio que se preocupa de establecer
dichos grupos. A través de comerciales de alguna casa comercial que muestra
modelos vistiendo la ropa de la temporada, por ejemplo, establece como deberían
ser las personas para poder verse bien con esa ropa e inconscientemente las
personas trataran de verse como los modelos del comercial. Si bien los
comerciales utilizan estrategias de marketing para llegar al consumidor, lo
hacen muy bien hasta el punto de dominarlos. Luego las personas al ver una y
otra vez el comercial irán aumentado las ganas de cumplir con el estereotipo
que este estableció. Pero la moda es solo un caso ya que las comunicaciones
están repletas de estereotipos que van desde que ropa se debe usar hasta la
marca de detergente que se debe comprar.
En el fondo la comunicación es el medio por el cual nos
llega la información y que nosotros sin realizar un análisis lógico, la
estereotipamos.
Los contenidos de la mayoría de los medios de comunicación,
como es el caso de las telenovelas o los anuncios publicitarios, presentan
estereotipos o modelos de personas ideales, con los cuales nos comparamos, o
bien, imitamos y que constituyen una vía eficaz para preservar la idea de
desigualdad entre hombres y mujeres.
Los estereotipos de género:
“Desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte.”
Los estereotipos si bien se deben en gran magnitud a los
medios de comunicación, existen otros, que desde que nacemos nos son
inculcados, que tenemos impresos en nuestra mente que ya son parte de nuestra
realidad: los estereotipos de género.
Desde que nacemos y nuestras familias saben de nuestro sexo,
inmediatamente comienzan a estereotiparnos: si el recién llegado es niña se le
vestirá con ropas rosadas y su dormitorio se pintará con colores similares y
sus repisas tendrán muñecas y peluches; si el bebé es varón se le vestirá con
colores celestes y sus juguetes serán desde ese momento autos de juguete,
legos, rompecabezas; estos son los primeros rasgos diferenciadores que tendrán
damas y varones a lo largo de toda su vida.
Estereotipos de la mujer
En nuestros tiempos la televisión juega un papel
importantísimo en el establecimiento de estereotipos, especialmente de género
(o sexo), ya que tiene el potencial de crear valores sociales y ejercer
influencia en las personas porque ofrece definiciones, presenta modelos, y
puede ser un exponente de cambios. Dentro de los múltiples estereotipos que nos
ofrece está el de la mujer ideal que, a través de los anuncios comerciales,
muestra a una mujer feliz, espontánea, inteligente, respetable, socialmente
aceptable, deseable e influyente. No contradicen lo que se les dice, es
complaciente, servicial, atenta, etc. Físicamente es delgada, con el cuerpo
perfecto y facciones clásicas, bella.
Por consiguiente, esta imagen de la mujer ideal ha sido de
gran impacto, ya que ha aumentado la insatisfacción de las mujeres por su
cuerpo, aunque todavía no se explica porque solo afectan a unas mujeres y a
otras no.
Las mujeres más jóvenes aparecen como objeto sexual en el
que aplica todo lo mencionado en el párrafo anterior. Las mujeres adultas aparecen en los anuncios
como ama de casa, madre, trabajadora, sabia (con respecto a los asuntos del
hogar), paciente, bonita, etc. De esta forma los estereotipos que existen sobre
la mujer son trasmitidos día a día por televisión y se encargan de acentuar
unos rasgos negativos que no representan lo que es el género femenino, excepto
en la mente de los varones que perpetúan como algo natural esos estereotipos. Ejemplo
de esto son los comerciales de detergentes, comida y otros artículos de uso
familiar los cuales presentan a la mujer como la típica ama de casa, débil,
indefensa, dependiente (de un hombre), delicada y sensible. Por su parte los vendedores de bebidas
alcohólicas y cigarrillo, por ejemplo, utilizan la imagen de la mujer bella,
delgada, eternamente joven, seductora, y tonta, la cual aparenta no tener un
cerebro propio. Además, otra imagen muy
utilizada es la de la mujer vana y consumidora, la cual compra por comprar y
esto le brinda una satisfacción ilimitada.
Esta imagen es muy utilizada por los vendedores de productos de belleza
y los dueños de centros comerciales.
Es importante aclarar que todas estas características son
falsas representaciones de lo que es una mujer, pero lamentablemente la mayoría
de las mujeres aceptan esta imagen que dada mediante los medios de comunicación
como la imagen que deben proyectar.
Creen firmemente que estas imágenes reflejan los estándares de la
sociedad respecto a lo que es o debe ser la mujer ideal. Lo peor de esta situación es que debido a la
gran importancia que le dan a cumplir con las exigencias del molde perfecto ya
establecido, su autoestima se ve en ocasiones seriamente afectada al comparar
su verdadera imagen con la imagen idealizada proyectada por los comerciales y
al darse cuenta de la gran diferencia existente. Para esta mujer los medios de comunicación
son la raíz de la inconformidad e inseguridad experimentadas en su vida. Toda esta insatisfacción puede llevar a la
mujer a desarrollar algún tipo de desorden alimenticio.
Esta situación es realmente alarmante, como lo indica una
encuesta realizada en Inglaterra durante el 2000 que reportó un promedio de 6%
de niñas que dicen estar a dieta; mostró también que al cumplir entre 15 y 18
años, aumenta el porcentaje a 16%. El 57.5% de las niñas entrevistadas
afirmaron que su apariencia es la preocupación más importante de su vida; 59%
de las niñas entre 12 y 13 años de edad, cuya autoestima es considerada como
baja, vigilan obsesivamente su dieta y peso.
Por otro lado esta la mujer inteligente, fuerte, capaz y
segura de sí misma que se revela contra estos estereotipos y no permite que los
medios de comunicación afecten su autoestima, ni confianza en sí misma. Este tipo de mujer está conforme y satisfecha
con lo que es y no siente la necesidad ni la presión de entrar en el molde
perfecto.
El hombre y los estereotipos
Los estereotipos, queramos o no, son parte de nuestra
sociedad y cultura y con éstos hemos crecido.
El hombre admite la imagen de la mujer proyectada en los medios de
comunicación como una imagen verdadera y mezcla los distintos roles presentados
hasta generar sus expectativas sobre lo que debe ser la mujer ideal. Estas expectativas son unos de los factores
que generalmente son la causa de la frustración experimentada por los hombres
al comparar a las mujeres a su alrededor ya sea madre, amiga o pareja con las
mujeres presentadas en los comerciales y darse cuenta que no cumplen con las
expectativas que ellos mediante los medios de comunicación formaron
previamente. Los hombres creen que de
esta manera tienen derecho a presionar a las mujeres a que alcancen ese modelo
perfecto. Por ejemplo cuando hacen
comentarios positivos a las delgadas y comentarios negativos a las gorditas.
Esta imagen dada de la mujer por los medios de comunicación
logra en muchos casos acrecentar el machismo en los hombres presentando a la
mujer como un adorno, o sea, la deja en una posición de permanente
subordinación a lo que su hombre es o hace, además de presentarla como un ser
humano débil, dependiente e indefensa.
La imagen de la mujer seductora bella y tonta puede lograr
que los hombres no valoren a la mujer y que la vean solamente como un objeto
sexual, distorsionando así el potencial de la mujer como ser humano.
Normalmente lo que estamos acostumbrados a ver en la
televisión, en este caso los comerciales, es directamente el estereotipo que
existe en la mente de un hombre o definitivamente la mala representación y la
subestimación de los roles de la mujer dentro de la sociedad. Los libretistas resaltan con más frecuencia a
las mujeres vanas pero bien difícilmente te presentan a la imagen de una mujer.
Pero el hombre y los estereotipos no sólo se relacionan con respecto
de los estereotipos femeninos, sino que también poseen patrones que los
estereotipan, que, como habría de esperar, son infundados por los medios de
comunicación, especialmente la TV y sus comerciales: Hombre fuerte, valiente,
adinerado, independiente, cabeza de familia, agresivo, rebelde, con iniciativa,
activo, trabajador, emprendedor, expresivo, no sentimental, protector, potente
sexualmente y siempre joven. Los estereotipos del hombre, en general, lo
definen por su situación profesional, es decir, al hombre se lo valora por su
trabajo, estatus en alguna institución, etc; un hombre siempre será más o menos
importante dependiendo de su desempeño profesional; en cambio la mujer se
valora por su situación personal (apariencia, forma de ser, etc)
Los niños y los estereotipos
La televisión es un medio masivo y es un instrumento
socializador: lo que presenta y como lo
presenta va a ir dándole forma a muchos valores y actitudes en nuestra
sociedad.
Gran parte de los niños de nuestra sociedad son criados con
la televisión y es lamentable el hecho de que las agencias de publicidad no
están lo suficientemente conscientes de los prejuicios que sus campañas
publicitarias le causan a los niños al utilizar la imagen de la mujer. Los niños integran el estereotipo de la
supuesta mujer ideal y llegan a una conclusión distorsionada. Dado a que se encuentran en un momento de su
vida en el que van a desarrollar un concepto propio, este podría ser equivocado
si toman seria consideración de lo que ven en los comerciales.
En el caso de las niñas, van a crecer sintiendo la necesidad
de entrar en el tan anhelado molde perfecto y cumplir con las expectativas de
los estándares sociales establecidos.
Las niñas se pueden creer que así tienen que ser, reproduciendo los
estereotipos que ven en los comerciales.
Por otro lado, en el caso de los varones pueden desarrollar una imagen
distorsionada de lo que es la mujer, y esto será la causa de muchos de sus
problemas al enfrentarse con una realidad parcial o totalmente diferente. Los varones se pueden creer que todas las
mujeres tienen que ser como lo que ven y por consiguiente pudieran rechazar a
las mujeres que no caben en ese molde de la mujer ideal. Esto se ve reflejado en los juegos, en los
que manifiestan todos los estereotipos que ya han integrado.
Estos estereotipos han pasado y pasarán de generación en
generación
Conclusiones
Los medios de comunicación tienen el potencial de manejar
masas y poder definir las conductas de esta; entonces así como determina
estereotipos que afectan a las sociedades, también debería enviar mensajes que
informen o enseñen acerca de estos, para no caer en ellos y así no crear
sociedades depresivas y que rechacen su propia persona.
Las mujeres son prácticamente las más afectadas por las
comunicaciones ya que están estereotipadas al máximo al punto que todas se
podrían encajar en un estereotipo, debido a los comerciales y, más que todo, a
la moda que día a día muestra a mujeres extremadamente delgadas, modelo que la
sociedad femenina intentará imitar, estas son también las razones por las
cuales existe un gran número de mujeres que presentan trastornos alimenticios
como la anorexia y la bulimia.
Para no establecer los estereotipos en las sociedades el
público debería analizar y tratar de comprender la información que llega de los
medios antes de estereotiparlos, de esta forma se darían cuenta de que los
modelos que tratan de seguir muchas veces están desvirtuados y distan de la
realidad con el fin de vender.
El establecimiento de estereotipos en una sociedad comienza
con los niños que se alimentan de lo que ven todos los días en la televisión,
por ende los padres cumplen un papel fundamental en este ámbito ya que deberían
guiar a sus hijos, pero sin caer, claro, en estereotipos.
A pesar de que vivimos en una cultura de
estereotipos sexistas, en los que aparentemente se privilegia al hombre sobre
la mujer, en realidad los estereotipos afectan negativamente a ambos géneros,
al constituirse en patrones o “paradigmas” divisionistas que no permiten el descubrimiento,
el desarrollo y la expresión de cualidades y valores propios del ser humano,
sin distinción de sexos
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