sábado, 18 de julio de 2015

LA MISOGINIA Y LA INSEGURIDAD

La misoginia significa en griego “odio a la mujer”, y por lo tanto el desprecio a todo lo femenino.

El Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, publica en el artículo“La presencia de la misoginia en el fenómeno de la inseguridad”, la problemática de la desigualdad y cómo esta desemboca en la sociedad y provoca la diferencias de género, las cuales ponen en desventaja a la mujer frente al hombre.

La misoginia, aunque ejecutada por hombres, en muchas circunstancias es permitida y aceptada por las mujeres, quienes cooperan en la construcción deideologías machistas dentro de su núcleo familiar y perpetúan el ciclo de maltrato. Se establece una vida centrada alrededor de un hombre o patriarca en base a relaciones de opresión en contra de la mujer.

“Es común que en la cultura mexicana se de mayor peso al sexo masculino, por considerársele el poseedor del poder, la autoridad y la fuerza para sobrellevar los acontecimientos importantes a través de la historia y la política, otorgándole por consiguiente a la mujer un papel inferior y limitado a la esfera doméstica, doblegado y dependiente del hombre” señala el autor de la publicación, René Jiménez Ornelas.

A lo largo de la investigación son muchos los factores señalados que cooperan para que la cultura mexicana segregue a la mujer, influye la religión de la Iglesia Católica, las disposiciones legales a través de la historia y el arraigo cultural del patriarcado.

Es de suma importancia para las mujeres mexicanas, comprender que el reforzamiento de una cultura machista dentro del hogar jamás producirá cambios. Es necesario educar desde el hogar la importancia en la igualdad de género y el respeto hacia ambos sexos.


DIFERENCIA ENTRE MACHISMO Y MISOGINIA

Existen diferencias entre el machismo y la misoginia, dos conceptos que se confunden a menudo y se utilizan indistintamente, pero con importantes matices en su significado:

1.  Definiciones de los diccionarios RAE y Collins

Para iniciar nuestra aproximación a la diferencia entre "machismo" y "misoginia", hemos escogido dos diccionarios oficiales, el de la Real Academia Española (RAE) y el Collins (inglés) que nos aproximan a cada uno de los términos desde el punto de vista linguístico.
Para el DRAE:
  • Machismo: Actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres. (Siendo "prepotente" aquel o aquella que "abusa de su poder o hace alarde de él".)
  • Misoginia: Aversión u odio a las mujeres. (Siendo "aversión", "el rechazo o repugnancia frente a alguien o algo" y el "odio" la "antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea"
Por su parte, el diccionario anglosajón Collins señala las siguientes acepciones para el inglés norteamericano:
  • Machismo: Masculinidad demasiado ambiciosa o exagerada, especialmente caracterizada por una exhibición de la virilidad, dominación de la mujer, etc... (Orig. "Overly assertive or exaggerated masculinity, esp. as characterized by a show of virility, domination of women, etc.").
  • Misoginia: Odio a las mujeres. (Orig. "Hatred of women").
Es importante señalar que las academias de la lengua son algunas de las organizaciones más cuestionadas desde el punto de vista de la discriminación tanto por la baja representación femenina (sólo 7 mujeres frente a 1.000 hombres se han sentado en los 46 sillones de la RAE desde su fundación en 1713) como a sus posiciones respecto al uso de la lengua. Para la mayoría de los grupos feministas, la RAE no representa la pluralidad ni evoluciona a la hora de actualizar su diccionario y normas gramaticales conforme a los avances sociales en igualdad.

EL MACHISMO EN IMAGENES


El machismo no es un broma, pues se trata de una actitud que rebaja a la mujer, considerándola inferior, con menores capacidades que el hombre.

A veces son simples comentarios que pueden parecer chistosos pero que en el fondo revelan toda una forma de pensar que considera que, por ser de otro sexo, alguien puede ser inferior.

A alguno le puede hacer gracia, pero todos esta forma de pensar está poniendo las bases que permiten la discriminación de la mujer y, a la larga, la violencia de género porque, ¿por qué tengo que tratar bien a alguien que es inferior a mi?

Por eso es importante que nos demos cuenta de ciertas actitudes que, sin tener importancia (aparente), en realidad están poniendo las bases a problemas mayores. Para eso os pongo estos chistes gráficos que os pueden ayudar a daros cuenta de muchos de nuestros comportamientos, pues el humor es una de las mejores maneras de darnos cuenta de la realidad

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EL MACHISMO NO SE ELIMINA CON FEMINISMO


Es comprensible la reacción fuerte de muchas mujeres 

hacia el feminismo frente a la cultura machista imperante. 

Pero no es esa la solución.


DIFERENCIA ENTRE MACHISMO Y FEMINISMO

Dentro de cada sociedad, los seres humanos se forman ideas, esquemas mentales y estereotipos de diferentes cosas, en muchos casos debido a la ignorancia y en otros a la simple adversión. Desde tiempos milenarios, las personas (o por lo menos muchas de ellas) han regido su vida y en ocasiones la de los demás; basándose en ideas erróneas acerca de la posición que cada cual tiene dentro del sistema social.
Sin duda alguna, entre las ideas que en muchas culturas han tenido y siguen teniendo gran cantidad de personas, está la de los roles que debe desempeñar cada persona dependiendo de su sexo; pero aunque está claro que los hombres y las mujeres tienen ciertas diferencias (sobre todo biológicas), en la mayoría de los casos, esta idea se ha llevado al plano social; provocando que a veces se discrimine y abuse de ciertas personas únicamente por ser de determinado sexo.
Una de las actitudes más peligrosas la constituye el machismo, el cual puede tener muchas causas; pero suele tener cierta relación con algunas creencias religiosas; aunque es importante aclarar que no es sólo la religión la fuente de éste, porque también podría pensarse que el machismo ha ejercido influencia en esta última.
Con el paso del tiempo y la incursión de las mujeres en el campo laboral, empiezan a surgir movimientos feministas que proponen y reclaman los derechos de las mujeres y su igualdad social frente al hombre. Esto como una manera de combatir muchos abusos cometidos contra las mujeres, por individuos con actitudes machistas.
A continuación veremos cuáles son algunas de las diferencias entre el machismo y el feminismo y qué es lo que propone cada uno.

Machismo

El machismo es la creencia de que el hombre es superior a la mujer y que ésta debe ocupar siempre un lugar por debajo del de los individuos del sexo masculino. En algunas ocasiones puede ser tan extremo que conduce a un desprecio total hacia las mujeres y todo lo relacionado con el sexo femenino (misoginia). Sin embargo no debe confundirse el machismo con la misoginia, porque en el primero sólo se considera que la mujer es inferior al hombre, pero no se le odia; mientras que en el caso de la misoginia es una adversión extrema hacia las mujeres.
El machismo muchas veces no sólo se reduce a la discriminación contra el sexo femenino, sino también contra  los homosexuales, transexuales y metrosexuales.
machismo
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A lo largo de la historia, el machismo se ha reflejado de manera directa o sutil por diversos medios; desde ciertos comentarios dentro del entorno familiar, hasta varias publicidades en donde se trata a las mujeres, homosexuales…como seres inferiores o estúpidos.
En muchas sociedades, incluso actualmente se sigue viendo como algo muy importante que la mujer llegue virgen al matrimonio y que ésta se ocupe de atender a los hijos y al esposo dentro del hogar. También se sigue viendo a la mujer como propiedad del hombre y en algunas culturas se llega hasta al asesinato y a la mutilación de muchas mujeres, porque ni siquiera se les considera seres humanos.
En fin, hay muchas muestras de machismo y a algunas de ellas estamos tan acostumbrados/as que ya incluso nos parecen normales; como por ejemplo, cuando decimos “Rosa es la mujer de Fulano”; en cambio es muy raro que se diga “Fulano es el hombre de Rosa”. Ésto es una muestra de machismo porque se asume que la mujer pertenece a su pareja masculina.

Feminismo

Contrario a lo que una gran cantidad de personas cree, el feminismo no proclama que la mujer está por encima del hombre o que tiene más derechos que éste. Lo que las feministas buscan es la igualdad en derechos entre el hombre y la mujer; por lo cual se oponen a que se considere a la mujer como un ser discapacitado frente al hombre.
Aunque se considera al feminismo como una doctrina moderna, a lo largo de la historia se han dado casos de mujeres y hasta hombres que han abogado por la igualdad entre ambos sexos.
En épocas más recientes el feminismo llevó a que se le concediera a las mujeres el derecho a pedir el divorcio, al sufragio y al empleo; además de poder recibir educación e ir a la universidad.
feminismo
feminismo
Algo interesante a destacar es que no todas las mujeres son feministas; del mismo modo en que no todos los hombres son machistas. Hay féminas que están de acuerdo en asumir el rol que los hombres le han dado dentro de la familia y en la sociedad; asimismo, existen diferencias dentro de los grupos feministas en cuanto a algunos temas un tanto delicados como es el caso del aborto, en el que las opiniones están divididas entre las que creen que es un derecho de cada mujer y las que afirman que no puede ser de ese modo, porque la criatura es otro ser y no una parte de la mujer.
Actualmente, gracias a luchas feministas se ha logrado una mayor educación en cuanto al uso de los anticonceptivos y al sometimiento a procesos médicos para lograr un embarazo.
Finalmente, del mismo modo en que el machismo puede llevarse a un nivel extremo, así mismo en el feminismo se han dado casos un tanto radicales; pero éstos constituyen una minoría.

Diferencias clave entre machismo y feminismo

  • El machismo proclama la superioridad del hombre por encima de la mujer, mientras que el feminismo busca la igualdad entre ambos géneros.
  • Por lo general los grupos feministas no cometen abusos ni discriminan a los hombres, pero las personas con actitudes machistas (puede haber mujeres machistas) minimizan la figura de la mujer frente al hombre y en muchos casos se ha llegado al abuso y maltrado hacia las mujeres.
  • Hoy en día, se considera al machismo en general como una actitud desfasada, mientras que sólo el feminismo radical es visto con malos ojos.

LA MUJER EN LA CULTURA PATRIARCAL


 Para empezar a hablar de la mujer en la cultura, cabe preguntarse ¿qué es la cultura patriarcal?, ¿qué significa ser mujer en dicha cultura?, ¿cómo se concibe a las mujeres en el mundo occidental que, desde hace siglos, es construido, en gran parte, con la mente y la práctica de los hombres, pero también con la práctica de las mismas mujeres?, ¿por qué muchas mujeres son seres humanos que se encuentran en desventaja respecto de la posición de los hombres?, ¿qué situación viven las mujeres y cómo se puede intentar que mejoren sus vidas y se amplíen sus libertades?
Si empezamos por enfatizar en qué ha sido de la mayoría de las mujeres en la cultura patriarcal, veremos que han padecido, y siguen padeciendo, los embates de la represión machista, a partir de la idea de que el sexo femenino es un sexo acrítico y pasivo por “naturaleza”, misma naturaleza que, supuestamente, justifica y ordena que las mujeres (y los hombres) estén atrapadas en los tentáculos de la cultura. De hecho, para Rubí de María Gómez, “la humanidad de las mujeres ha estado en cuestión durante toda la historia de la cultura y la evidencia de este hecho – la ausencia de la mujer como sujeto cultural, y su carencia de derechos y prerrogativas que caracterizan y legitiman la existencia masculina- es tan apabullante que obnubila la misma posibilidad de preguntarse por ella” (Gómez, 2001:75).
Por consiguiente, las mujeres, por su escasa inserción en la cultura occidental, viven obedientes al someterse a las órdenes de los hombres, a un ámbito particular en su condición de mujeres. Tanto es así, que, a nivel cultural, existe una ruptura, además de un condicionamiento, desde los “otros” y con los “otros”, es decir, con los hombres. De hecho, el carácter de objetividad (1) que ostenta la cultura funge como separador de los seres humanos, e incluso se sitúa por encima de ellos. Digamos que se encuentran diferenciados el hombre y la mujer a pesar de que, paradójicamente, viven entrelazados al ser objetos de la misma cultura que subyace alrededor de ellos.
Además, dicho sea de paso, se aprecia que, en occidente, no sólo la mujer ha padecido los embates de la cultura patriarcal, sino también el hombre, a pesar de que de él manan las estructuras de la misma, el hombre mismo ha sido sujeto y objeto de su creación cultural. Debemos reflexionar en que indistintamente de los géneros separados con su respectiva posición social (si el hombre debe salir a trabajar, la mujer debe quedarse en casa para administrarla y cuidar a los hijos), se padece el problema de la deshumanización, consecuencia de las estructuras políticas, económicas, sociales, etc. A través de los siglos, el grueso de la humanidad del mundo occidental ha sido “deshumanizada” en pos de un sistema que produce y reproduce las relaciones sociales de producción cultural. Por esta razón, “las consecuencias de esta [especie de] colonización cultural son bien conocidas: mirar la propia realidad en un espejo en que se reflejan figuras de otra realidad, [se trata de un] buen sistema para distraernos de lo nuestro y para no emanciparnos culturalmente” (Ander-Egg, 1983:155).
Hay que tener en cuenta, que, la manera de concebir al hombre y a la mujer con su respectivo que hacer a nivel cultural, político e ideológico, se debe a la peculiar forma del pensamiento patriarcal, que circunscribe el ámbito de las relaciones humanas a una concepción supuestamente natural: los hombres y las mujeres son diferentes por naturaleza. Esto significa que la mujer es pasiva, obediente, sin pensamiento crítico, etc., y que el hombre es activo, replicante y capaz de pensar por sí mismo, y de paso por las mujeres. Tal pensamiento generador de abusos hacia la mujer, en suma, hace que los hombres sean los que gobiernen y las mujeres a que obedezcan. En buena medida, debemos semejante dualidad a los pioneros de las ideas que, como productos forjadores de la conciencia, han abonado el terreno de las relaciones humanas para influir de manera decisiva en ellas. A modo de ejemplo baste señalar la Biblia, los filósofos presocráticos, Pitágoras, Platón, Aristóteles, hasta los creadores de las teorías psicológicas como las de Sigmund Freud y Lacan. Cada uno de ellos justificará teóricamente el papel que deberá asumir el hombre y la mujer en el mundo occidental. Y la prueba es que, para Ezequiel Ander-Egg, con ellos sucede
Como tantos otros intelectuales europeos, incapaces de ver el mundo fuera de las gafas de su propia cultura, creían que aportaban el soplo espiritual del humanismo occidental, que sus voces eran proféticas […] Más todavía, ni siquiera repararon que esas ideas, más que alimento intelectual, constituían la justificación ideológica de la dominación […] que llevaban a la práctica los hombres de acción (Ander-Egg, 1983:155).
He aquí cómo comienza a forjarse un tipo de ser humano a partir de las “inteligencias” de unos cuántos sobre millones de “inteligencias” en el mundo occidental. De aquí, que también comience a forjarse una red cultural que entretejerán con sus actos los hombres y las mujeres. En todo ello se manifiesta el carácter simbólico o representativo de la construcción femenina y masculina como polos opuestos, como construcciones históricas dadas en un particular contexto.
El problema es que, aunque la fisonomía de los contextos cambie, las relaciones humanas con su respectiva construcción simbólica siguen vigentes y entretejidas en el uso y abuso del hombre hacia la mujer. Por ello es necesario que existan teorías o discursos desde el ámbito de la filosofía de la cultura, de la política, de la economía, del derecho y el Estado, de la ética, etc., que señalen los problemas de la cultura patriarcal que afectan directamente a la mujer, y también al hombre. “Es necesario que [se] piense a la mujer en el singular modo de ser que la ha distinguido y que, a la vez, la ha condenado a ser y existir en el mundo construido por el varón, […] la ha marginado de la creación y recreación de las formas de vida humana sociales y culturales” (Toscano Medina, 2001:161).
Así pues, es innegable que la mujer ha padecido los embates de la cultura. Esto es, que el ser de la mujer, a lo largo de la historia patriarcal, ha estado sujeto a las necesidades de dicha cultura. Pongamos por caso al ser de la mujer occidental en palabras del poeta mexicano Enrique González Rojo, un ser que hace la función de: “vulgar abono para que al árbol masculino [pronuncie] sus flores” (González Rojo, 1982:86). La mujer como un elemento vital para la construcción de lo masculino, y, al mismo tiempo, la mujer como un elemento de desconstrucción para sí misma. La mujer, en este problema, es para otro, pero no es para sí misma, se da al otro, pero no se da a sí misma, piensa en el otro, pero no piensa para sí y desde sí misma. En ella no se pronuncian sus flores como en el árbol masculino, lo cual es imposible, debido a que la mujer ni siquiera es árbol (un árbol que, por cierto, hunde sus raíces en la tierra y da frutos), simplemente es vulgar abono para nutrir al árbol masculino.
La mujer así, en la práctica cotidiana, se reduce a objeto, un objeto que no piensa por sí mismo, sino que lo piensan para el provecho del otro (del hombre),y también un objeto deseado por lo otro, es decir, por la cultura. Es importante, pues, que la mujer comience a pensarse desde sí y desde fuera de sí (desde la cultura del otro), si es su voluntad salir del lugar al que se le ha confinado; del papel de vulgar abono que reproduce las ramas y fortalece las raíces, tanto del árbol de la cultura como las del hombre mismo. “La mujer no ha jugado en ella ningún papel protagónico o relevante, si acaso el de cumplir el papel de una compañera cuya tarea es dar sosiego al conquistador, darle más hijos (que sean varones preferentemente) y que sea capaz de reproducir en el espacio doméstico (único espacio en el que encuentra su “realización”) la educación y los valores masculinos” (Toscano Medina, 2001:164).
En efecto, si la mujer empieza por pensarse desde sí y desde fuera de sí hará conciencia de cómo se entreteje la cultura del otro y de cómo ha sido entretejida ella misma. La cultura del otro posee un sentido y una significación, misma que da un sentido, sí, pero una des-significación para la mujer como ser humano con capacidades como las del hombre mismo. La mujer-objeto se des-significa como sujeto activo capaz de construir e imprimir su espíritu en la cultura del otro. En ésta des-significación, la conciencia de la mujer, que es conciencia de sí misma, pierde sentido, pues está allí, sin más, esperando y bien dispuesta para dar sentido a la cultura del otro.
Ya la naturaleza (2) misma de la mujer -como un ente en que culmina la gestación humana- le da un lugar en el mundo, pero aquella no construye su ser en él. Es decir, la mujer y el hombre nacen, sí, naturalmente, de las entrañas de la mujer, pero la cultura no nace ni nacerá de las entrañas de ninguna mujer, sino de las mentes creadoras de los o las sujetos.
Por tanto, si la mujer “da a luz”, desde sus entrañas, al ser humano en general, el ser de la mujer, desde que nace, es un ser “sin luz” para la cultura del otro, no para sí misma. Es un ser para sí desde lo biológico en el que su cuerpo le pertenece (aunque hay mujeres que se dan por completo, negándose a sí mismas, que a la cultura del otro le pertenece su cuerpo y su espíritu), pero su conciencia aún no está construida, no es conciencia para ser sí misma. Ésta más bien comienza a construirse a través del tiempo, bajo la influencia de la cultura en la que nace. Por tanto, cuando el ser, desde sus primeros días, es arrojado a la cultura, desde la cultura para la cultura, según el tipo de cultura que prevalezca, y según la tradición que la fortalezca, el ser del ser humano se oprimirá o se liberará.
En otras palabras, la tarea que se debe asumir para la reconstrucción de la cultura y de una nueva mujer, es, primero, la de construir un aparato crítico, capaz de cuestionar y minar las bases de la cultura que prevalece. Si se es un tipo de mujer desde el discurso de la cultura, es porque también existe una mujer que se autoconstruye con el discurso y la práctica de dicha cultura. Una no puede existir sin la otra. El contexto cultural delimita y conforma a la mujer restándole subjetividad, estableciendo así una relación paralela de mutua dependencia.
(1) La cultura es objetiva cuando ésta deja de ser producto de la subjetividad de quien la crea, es decir, de la sociedad en su conjunto, que la construye a través de la práctica cotidiana. Así, la cultura patriarcal, más que atender a la subjetividad que intentamos revivir en las mujeres y en los hombres de ella, la anula, objetivándolos para ser sus instrumentos. Digamos que la cultura hace el papel de regidor donde ésta no les pertenece a los seres humanos, sino que a la cultura le pertenecen los seres humanos. En esta paradoja, la cultura se establece como una entidad viva, separada de los mortales, debido a que nacimientos y muertes de seres humanos pueden ir y venir con el paso de los años, pero la cultura puede estar ahí, inalterable por el paso del tiempo, pero más aún por los hombres y las mujeres que la fortalecen en la práctica.
(2) Hablo de “la naturaleza de la mujer” en el sentido que, en las mujeres –a no ser que nazcan con problemas de esterilidad- la naturaleza decidió que en ellas se gestara el producto humano, para que finalmente lo arroje al mundo de los demás seres humanos y, por tanto, de la cultura. Sin embargo, de la mujer misma depende si quiere ser madre o no, pero tal decisión será una decisión cultural, no natural. Así pues, en caso de que la mujer decida no parir, no significa que no sea mujer.

ESTEREOTIPOS SOCIALES


Hoy en día estamos insertos en una sociedad donde lo más el desarrollo de las sociedades se produce a través de los intercambios de información, vivimos la era de las comunicaciones. Desde sus comienzos, donde su función era netamente informar y comunicar, los medios de comunicación han cambiado mucho llegando en muchos casos a desvirtuarse sus objetivos y convertirse en elementos manipuladores de la sociedad. Los medios de comunicación juegan un papel importante en el enriquecimiento social y estamos totalmente ligados a ellos, desde escuchar las noticias por la radio, hasta realizar compras vía Internet. , tanto es así que estamos en un punto donde estas nos dominan; guían el curso de nuestras vidas y dictan nuestras formas de conducta. Es en ese punto donde los seres humanos deberíamos dibujar la raya y establecer un límite, pero nuestros ojos se enceguecen y nos dejamos llevar adoptando lo que los medios nos dictan..... es aquí donde se forman los estereotipos, modelos de conducta que se convierten en esquemas profundamente arraigados en nuestras mentalidades al punto que los adoptamos como parte de la “naturalidad” humana.

¿Qué son los estereotipos?

Aunque los estereotipos nos parezcan algo grande, algo en lo que los medios de comunicación tienen un alto grado de responsabilidad, en realidad no es tan así ya que un estereotipo puede ser una idea colectiva que se tenga respecto de cualquier cosa, como podría ser una característica, entonces, por ejemplo, si un grupo de 10 o incluso menos personas que piensen de la misma forma acerca de cómo se debe combinar los colores para vestirse, han creado un estereotipo, pero específico de ese grupo de personas; entonces un estereotipo, en rigor, no siempre es algo masivo, pero son los otros, los que sí tienen que ver con los medios de comunicación, los que afectan la psiquis de las personas y que pueden alterar, como consecuencia, el curso de la sociedad.

Si tratamos de definir la palabra “estereotipo” como lo haría un diccionario obtendríamos una definición más o menos así: “Conjunto de ideas que un grupo o una sociedad obtiene a partir de las normas o patrones culturales previamente establecidos”. Esto demuestra que en el fondo los estereotipos son el producto de la atribución de una determinada característica a objetos (o grupos de personas), que tiene su origen en una generalización indebida o demasiado aproximativa y arbitraria de la realidad, y que, por lo tanto, tiende a prescindir de cualquier conclusión lógica o de una comprobación experimental.

Aunque se reconozca a los estereotipos una cierta utilidad en la comunicación humana es evidente que tienden a transformar datos imprecisos en descripciones rígidas, las que se adoptan como parte de lo típico. Los estereotipos también tienden a identificarse con los prejuicios sociales que nacen de una falsa generalización de algún hecho en particular, y que derivan, más que de una conclusión intelectual, de una profunda participación afectiva que rechaza las indicaciones que señala la experiencia (prejuicios).

En la actualidad existen muchos estereotipos que pueden deberse a diferentes características como clase social, edad, religión, etnia, sexo, y la lista podría llenar esta página y los medios de comunicación son uno de los principales culpables ya que a través de muchas estrategias comerciales logran establecer modelos de conducta o apariencia que la mayoría de las personas tratará de adquirir. La comunicación presenta estereotipos de casi todos los “tipos” de persona (hombre, mujer, niño, anciano, político, dueña de casa, homosexual y un largo etcétera).

Estereotipos sociales

       

La comunicación y los estereotipos

Los estereotipos se transmiten y promueven por diversas vías, tales como la educación formal y la educación informal, principalmente en el núcleo familiar y a través de los medios masivos de comunicación. Cuando prendemos la televisión, la radio o abrimos una revista, le estamos abriendo la puerta de nuestro hogar y de nuestra mente a una serie de ideas y de imágenes que, si bien, por un lado, reflejan la realidad, nos informan y nos entretienen, por otro lado presentan una visión reducida y tendenciosa de cómo vivir, como pensar, como vestir, como SER.

Todas las personas, casi por instinto, trataremos en algún momento de nuestras vidas de encajar en alguna clase social o grupo y para ello se hace necesario cumplir con los requisitos necesarios para llegar a establecerse en uno. La comunicación es el medio que se preocupa de establecer dichos grupos. A través de comerciales de alguna casa comercial que muestra modelos vistiendo la ropa de la temporada, por ejemplo, establece como deberían ser las personas para poder verse bien con esa ropa e inconscientemente las personas trataran de verse como los modelos del comercial. Si bien los comerciales utilizan estrategias de marketing para llegar al consumidor, lo hacen muy bien hasta el punto de dominarlos. Luego las personas al ver una y otra vez el comercial irán aumentado las ganas de cumplir con el estereotipo que este estableció. Pero la moda es solo un caso ya que las comunicaciones están repletas de estereotipos que van desde que ropa se debe usar hasta la marca de detergente que se debe comprar.

En el fondo la comunicación es el medio por el cual nos llega la información y que nosotros sin realizar un análisis lógico, la estereotipamos.

Los contenidos de la mayoría de los medios de comunicación, como es el caso de las telenovelas o los anuncios publicitarios, presentan estereotipos o modelos de personas ideales, con los cuales nos comparamos, o bien, imitamos y que constituyen una vía eficaz para preservar la idea de desigualdad entre hombres y mujeres.

Los estereotipos de género:

“Desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte.”

Los estereotipos si bien se deben en gran magnitud a los medios de comunicación, existen otros, que desde que nacemos nos son inculcados, que tenemos impresos en nuestra mente que ya son parte de nuestra realidad: los estereotipos de género.

Desde que nacemos y nuestras familias saben de nuestro sexo, inmediatamente comienzan a estereotiparnos: si el recién llegado es niña se le vestirá con ropas rosadas y su dormitorio se pintará con colores similares y sus repisas tendrán muñecas y peluches; si el bebé es varón se le vestirá con colores celestes y sus juguetes serán desde ese momento autos de juguete, legos, rompecabezas; estos son los primeros rasgos diferenciadores que tendrán damas y varones a lo largo de toda su vida.

Estereotipos de la mujer

En nuestros tiempos la televisión juega un papel importantísimo en el establecimiento de estereotipos, especialmente de género (o sexo), ya que tiene el potencial de crear valores sociales y ejercer influencia en las personas porque ofrece definiciones, presenta modelos, y puede ser un exponente de cambios. Dentro de los múltiples estereotipos que nos ofrece está el de la mujer ideal que, a través de los anuncios comerciales, muestra a una mujer feliz, espontánea, inteligente, respetable, socialmente aceptable, deseable e influyente. No contradicen lo que se les dice, es complaciente, servicial, atenta, etc. Físicamente es delgada, con el cuerpo perfecto y facciones clásicas, bella.

Por consiguiente, esta imagen de la mujer ideal ha sido de gran impacto, ya que ha aumentado la insatisfacción de las mujeres por su cuerpo, aunque todavía no se explica porque solo afectan a unas mujeres y a otras no.

Las mujeres más jóvenes aparecen como objeto sexual en el que aplica todo lo mencionado en el párrafo anterior.  Las mujeres adultas aparecen en los anuncios como ama de casa, madre, trabajadora, sabia (con respecto a los asuntos del hogar), paciente, bonita, etc. De esta forma los estereotipos que existen sobre la mujer son trasmitidos día a día por televisión y se encargan de acentuar unos rasgos negativos que no representan lo que es el género femenino, excepto en la mente de los varones que perpetúan como algo natural esos estereotipos. Ejemplo de esto son los comerciales de detergentes, comida y otros artículos de uso familiar los cuales presentan a la mujer como la típica ama de casa, débil, indefensa, dependiente (de un hombre), delicada y sensible.  Por su parte los vendedores de bebidas alcohólicas y cigarrillo, por ejemplo, utilizan la imagen de la mujer bella, delgada, eternamente joven, seductora, y tonta, la cual aparenta no tener un cerebro propio.  Además, otra imagen muy utilizada es la de la mujer vana y consumidora, la cual compra por comprar y esto le brinda una satisfacción ilimitada.  Esta imagen es muy utilizada por los vendedores de productos de belleza y los dueños de centros comerciales.

Es importante aclarar que todas estas características son falsas representaciones de lo que es una mujer, pero lamentablemente la mayoría de las mujeres aceptan esta imagen que dada mediante los medios de comunicación como la imagen que deben proyectar.  Creen firmemente que estas imágenes reflejan los estándares de la sociedad respecto a lo que es o debe ser la mujer ideal.  Lo peor de esta situación es que debido a la gran importancia que le dan a cumplir con las exigencias del molde perfecto ya establecido, su autoestima se ve en ocasiones seriamente afectada al comparar su verdadera imagen con la imagen idealizada proyectada por los comerciales y al darse cuenta de la gran diferencia existente.  Para esta mujer los medios de comunicación son la raíz de la inconformidad e inseguridad experimentadas en su vida.  Toda esta insatisfacción puede llevar a la mujer a desarrollar algún tipo de desorden alimenticio.

Esta situación es realmente alarmante, como lo indica una encuesta realizada en Inglaterra durante el 2000 que reportó un promedio de 6% de niñas que dicen estar a dieta; mostró también que al cumplir entre 15 y 18 años, aumenta el porcentaje a 16%. El 57.5% de las niñas entrevistadas afirmaron que su apariencia es la preocupación más importante de su vida; 59% de las niñas entre 12 y 13 años de edad, cuya autoestima es considerada como baja, vigilan obsesivamente su dieta y peso.

Por otro lado esta la mujer inteligente, fuerte, capaz y segura de sí misma que se revela contra estos estereotipos y no permite que los medios de comunicación afecten su autoestima, ni confianza en sí misma.  Este tipo de mujer está conforme y satisfecha con lo que es y no siente la necesidad ni la presión de entrar en el molde perfecto.

El hombre y los estereotipos

Los estereotipos, queramos o no, son parte de nuestra sociedad y cultura y con éstos hemos crecido.  El hombre admite la imagen de la mujer proyectada en los medios de comunicación como una imagen verdadera y mezcla los distintos roles presentados hasta generar sus expectativas sobre lo que debe ser la mujer ideal.  Estas expectativas son unos de los factores que generalmente son la causa de la frustración experimentada por los hombres al comparar a las mujeres a su alrededor ya sea madre, amiga o pareja con las mujeres presentadas en los comerciales y darse cuenta que no cumplen con las expectativas que ellos mediante los medios de comunicación formaron previamente.  Los hombres creen que de esta manera tienen derecho a presionar a las mujeres a que alcancen ese modelo perfecto.  Por ejemplo cuando hacen comentarios positivos a las delgadas y comentarios negativos a las gorditas.

Esta imagen dada de la mujer por los medios de comunicación logra en muchos casos acrecentar el machismo en los hombres presentando a la mujer como un adorno, o sea, la deja en una posición de permanente subordinación a lo que su hombre es o hace, además de presentarla como un ser humano débil, dependiente e indefensa.

La imagen de la mujer seductora bella y tonta puede lograr que los hombres no valoren a la mujer y que la vean solamente como un objeto sexual, distorsionando así el potencial de la mujer como ser humano.

Normalmente lo que estamos acostumbrados a ver en la televisión, en este caso los comerciales, es directamente el estereotipo que existe en la mente de un hombre o definitivamente la mala representación y la subestimación de los roles de la mujer dentro de la sociedad.  Los libretistas resaltan con más frecuencia a las mujeres vanas pero bien difícilmente te presentan a la imagen de una mujer.

Pero el hombre y los estereotipos no sólo se relacionan con respecto de los estereotipos femeninos, sino que también poseen patrones que los estereotipan, que, como habría de esperar, son infundados por los medios de comunicación, especialmente la TV y sus comerciales: Hombre fuerte, valiente, adinerado, independiente, cabeza de familia, agresivo, rebelde, con iniciativa, activo, trabajador, emprendedor, expresivo, no sentimental, protector, potente sexualmente y siempre joven. Los estereotipos del hombre, en general, lo definen por su situación profesional, es decir, al hombre se lo valora por su trabajo, estatus en alguna institución, etc; un hombre siempre será más o menos importante dependiendo de su desempeño profesional; en cambio la mujer se valora por su situación personal (apariencia, forma de ser, etc)

Los niños y los estereotipos

La televisión es un medio masivo y es un instrumento socializador:  lo que presenta y como lo presenta va a ir dándole forma a muchos valores y actitudes en nuestra sociedad.

Gran parte de los niños de nuestra sociedad son criados con la televisión y es lamentable el hecho de que las agencias de publicidad no están lo suficientemente conscientes de los prejuicios que sus campañas publicitarias le causan a los niños al utilizar la imagen de la mujer.  Los niños integran el estereotipo de la supuesta mujer ideal y llegan a una conclusión distorsionada.  Dado a que se encuentran en un momento de su vida en el que van a desarrollar un concepto propio, este podría ser equivocado si toman seria consideración de lo que ven en los comerciales.

En el caso de las niñas, van a crecer sintiendo la necesidad de entrar en el tan anhelado molde perfecto y cumplir con las expectativas de los estándares sociales establecidos.  Las niñas se pueden creer que así tienen que ser, reproduciendo los estereotipos que ven en los comerciales.  Por otro lado, en el caso de los varones pueden desarrollar una imagen distorsionada de lo que es la mujer, y esto será la causa de muchos de sus problemas al enfrentarse con una realidad parcial o totalmente diferente.  Los varones se pueden creer que todas las mujeres tienen que ser como lo que ven y por consiguiente pudieran rechazar a las mujeres que no caben en ese molde de la mujer ideal.  Esto se ve reflejado en los juegos, en los que manifiestan todos los estereotipos que ya han integrado.

Estos estereotipos han pasado y pasarán de generación en generación

Conclusiones

Los medios de comunicación tienen el potencial de manejar masas y poder definir las conductas de esta; entonces así como determina estereotipos que afectan a las sociedades, también debería enviar mensajes que informen o enseñen acerca de estos, para no caer en ellos y así no crear sociedades depresivas y que rechacen su propia persona.

Las mujeres son prácticamente las más afectadas por las comunicaciones ya que están estereotipadas al máximo al punto que todas se podrían encajar en un estereotipo, debido a los comerciales y, más que todo, a la moda que día a día muestra a mujeres extremadamente delgadas, modelo que la sociedad femenina intentará imitar, estas son también las razones por las cuales existe un gran número de mujeres que presentan trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia.

Para no establecer los estereotipos en las sociedades el público debería analizar y tratar de comprender la información que llega de los medios antes de estereotiparlos, de esta forma se darían cuenta de que los modelos que tratan de seguir muchas veces están desvirtuados y distan de la realidad con el fin de vender.

El establecimiento de estereotipos en una sociedad comienza con los niños que se alimentan de lo que ven todos los días en la televisión, por ende los padres cumplen un papel fundamental en este ámbito ya que deberían guiar a sus hijos, pero sin caer, claro, en estereotipos.

A pesar de que vivimos en una cultura de estereotipos sexistas, en los que aparentemente se privilegia al hombre sobre la mujer, en realidad los estereotipos afectan negativamente a ambos géneros, al constituirse en patrones o “paradigmas” divisionistas que no permiten el descubrimiento, el desarrollo y la expresión de cualidades y valores propios del ser humano, sin distinción de sexos

PREJUICIOS

PREJUICIOS
DEFINICIÓN¿CÓMO EVITARLOS?

Actitudes negativas que se mantienen hacia las personas por su pertenencia a algún grupo, sin conocerlas personalmente. 

Son generalizaciones incorrectas (estereotipos) sobre un grupo de personas por motivos de raza, religión, sexo, edad, deficiencia física o psíquica, condición social, defensa de modos de pensar o de vida diferentes, nacionalidad o cualquier otra diferencia significativa.



- Admitiendo el prejuicio. La mayoría de las personas creen que no los tiene. Es importante adquirir conciencia de ellos y de sus razones. 
- Controlando las reacciones que provocan. 
- Fomentando la cooperación.
- Favoreciendo la convivencia.
DISCRIMINACIÓN
Hace referencia al componente comportamental de los prejuicios negativos, de hostilidad hacia otras personas. Puede ser directa y manifestarse en agresiones físicas o verbales, o indirecta y manifestarse a través de la legislación, el lenguaje, el currículo oculto, las actitudes, etc.

ESTEREOTIPOS

ESTEREOTIPOS
DEFINICIÓN
RASGOS FUNDAMENTALES
Los estereotipos se pueden definir de diferentes formas:
- rasgos que se atribuyen a un grupo; 
- imagen mental simplificada de los miembros de un grupo compartida socialmente;
- creencias que atribuyen características a los miembros de un grupo.

- son compartidos por mucha gente, no son imágenes mentales de una persona solamente 
- se atribuyen a una persona como miembro de un grupo y no como persona individual.
CARACTERÍSTICAS¿POR QUÉ SON PERJUDICIALES?
- pueden ser positivos, neutros o negativos.
- son muy resistentes al cambio, se mantienen aun cuando existan evidencias en su contra.
- por el contrario, son recordados con más facilidad cuando la información es congruente con el estereotipo que se tiene.
- simplifican la realidad, generalizan y completan la información cuando esta es ambigua,
- orientan las expectativas que se tienen sobre una persona, grupo o cultura.
- Impiden que se trate a cada miembro del grupo individualmente.
- Derivan en expectativas cerradas sobre la conducta.
- Hacen que se espere que los miembros del grupo estereotipado se comporten de una manera determinada.
- Llevan a hacer suposiciones erróneas que refuerzan los prejuicios