La situación de violencia que la
mujer sufre por parte de su pareja en su
relación, se explica porque la víctima
se vuelve cada vez más vulnerable, perdiendo con ello su capacidad de
autodefensa.
Todo comienza con una parte invisible o silenciosa que puede
durar desde 1 a los 10 años de convivencia. Se inicia siempre de forma sutil,
invisible a los ojos de la mujer. En estos comienzos se aprecia un exceso de
control por parte del hombre hacia su pareja, que ella suele confundir con celos, con una preocupación excesiva por su parte o, incluso,
como signos de un gran amor hacia
ella. Esta actitud controladora se evidencia
en muchos aspectos (su forma de vestir, su trabajo, control de sus gastos, control de salidas y de las
amistades, intentos de separación de su familia) así como humillación o menosprecio de las cualidades o características de la mujer,
intentando dejarla en muchas ocasiones en ridículo, A veces, delante de los
demás, y en la mayoría de los casos, en la intimidad del hogar.
De forma que va consiguiendo que ésta vaya perdiendo poco a poco su
autoestima, su autonomía e incluso su capacidad o reacción o defensa ante
esta situación.
El comportamiento agresivo del
varón va aumentando en frecuencia en intensidad, hasta que la mujer decide
consultar o pedir ayuda, ésta se convierte en la fase visible. Donde muchos/as
se enteran de la situación por la que están pasando. Muchas de ellas, se
encuentran que no son creídas, dado que algunos de estos maltratadores suelen
comportarse fuera de los muros del hogar de forma admirable, siendo, a los ojos
de la sociedad, “el marido perfecto”
Nos encontramos con que el ciclo
de la violencia es una secuencia repetitiva, que explica en muchas ocasiones los casos del
maltrato crónico.
Se describen tres fases en este
ciclo: acumulación de tensión, explosión y reconciliación, denominada, más
comúnmente, “luna de miel”.
– Fase de acumulación de
la tensión: En esta fase los actos o actitudes hostiles hacia la mujer se
suceden, produciendo conflictos dentro de
la pareja. El maltratador demuestra su violencia de forma verbal y, en
algunas ocasiones, con agresiones
físicas, con cambios repentinos de ánimo, que la mujer no acierta a
comprender y que suele justificar, ya que no es consciente del proceso de violencia en el que se
encuentra involucrada. De esta forma, la
víctima siempre intenta calmar a su
pareja, complacerla y no realizar aquello que le moleste, con la creencia de
que así evitará los conflictos, e incluso, con la equivoca creencia de que esos conflictos son provocados por
ella, en algunas ocasiones. Esta fase
seguirá en aumento.
Fase de agresión. En
esta fase el maltratador se muestra tal cual es y se producen de forma ya
visible los malos tratos, tanto psicológicos, como físicos y/o sexuales. Ya en
esta fase se producen estados de ansiedad y temor en la mujer, temores fundados
que suelen conducirla a consultar alguna amiga, a pedir ayuda o a tomar la
decisión de denunciar a su agresor.
Fase de reconciliación,
más conocida como “fase de luna de miel”: Tras los episodios violentos, el
maltratador suele pedir perdón, mostrarse amable y cariñoso, suele llorar para
que estas palabras resulten más creíbles, jura y promete que no volverá a
repetirse, que ha explotado por “otros
problemas” siempre ajenos a él. Jura y promete que la quiere con locura y que
no sabe cómo ha sucedido. Incluso se dan casos en los que puede llegar a hacer
creer a la víctima que esa fase de violencia se ha dado como consecuencia de
una actitud de ella, que ella la ha provocado, haciendo incluso que ésta llegue
a creerlo. Con estas manipulaciones el maltratador conseguirá hacer creer a su
pareja que “no ha sido para tanto”, que “sólo ha sido una pelea de nada”, verá
la parte cariñosa de él (la que él quiere mostrarle para que la relación no se
rompa y seguir manejándola). La mujer que desea el cambio, suele confiar en
estas palabras y en estas “muestras de amor”, creyendo que podrá ayudarle a
cambiar. Algo que los maltratadores suelen hacer con mucha normalidad “pedirles
a ellas que les ayuden a cambiar”. Por desgracia ésta es sólo una fase más del
ciclo, volviendo a iniciarse, nuevamente, con la fase de acumulación de la
tensión.
Por desgracia estos ciclos suelen
conducir a un aumento de la violencia, lo que conlleva a un elevado y creciente peligro para la
mujer, quien comienza a pensar que no hay salida a esta situación.
Esta sucesión de ciclos a lo
largo de la vida del maltratador es lo que explica por qué muchas víctimas de
malos tratos vuelven con el agresor, retirando, incluso, la denuncia que le
había interpuesto.
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